En la agricultura, el agua es un recurso esencial para el riego, la preparación de cultivos y la protección de estos. Sin embargo, el agua utilizada debe estar libre de contaminantes y optimizada para maximizar la producción agrícola, garantizar la salud del suelo y proteger los recursos hídricos. El tratamiento adecuado del agua en este sector no solo mejora los rendimientos de los cultivos, sino que también contribuye a la sostenibilidad y el cumplimiento de las normativas ambientales.